Ahora ya no se compran —entre comillas, porque eso no era comprar— periodistas: se compran espacios. Pero ojo, es que esto no es sólo en el periodismo deportivo. La producción de una hora, y no en prime time, sino en una televisión, mínima es de un millón de euros; ahora han descubierto que coges a siete u ocho: ellas, que chillen mucho; ellos, que chillen también. Presumiblemente, que no sean periodistas. Y hacen un programa de cinco horas. Los despachas con 500 euros. Eso empezó con los programas de corazón, ha pasado al deporte y ahora está ya en la política. El programa este de los sábados por la noche en LaSexta, que se pone como ejemplo. A mí se me cae la cara de pena y de dolor. Pero es que ahora escuchas un programa de deportes a cualquier hora y es terrible. Es un gallinero. Es a ver el que dice más soplapolleces y el que se inventa más noticias, y les da lo mismo decir blanco hoy, mañana negro y pasado azul. Hay equipos que han fichado ya a 45 tíos. El periodismo está dejado de la mano de Dios. Es absolutamente vergonzoso cómo está.

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