«La lengua de Castilla y la formación del español»

Discurso de ingreso de Inés Fernández Ordóñez en la Real Academia Española, contestado por José Antonio Pascual.

Discurso completo en la web de la RAE.

Resumen:

El español no puede identificarse sin más con el castellano, ni siempre estuvo en Castilla el origen de los rasgos lingüísticos que hoy caracterizan a nuestra lengua. El español es un crisol de rasgos lingüísticos de dispar procedencia (asturleoneses, navarroaragoneses, gallegoportugueses, catalanes) que confluyeron sobre el territorio del centro peninsular, sin que por ello se pueda identificar solo con la lengua de Castilla. Esta es la idea central del discurso La lengua de Castilla y la formación del español, de doña Inés Fernández-Ordóñez.
De acuerdo con la reconstrucción histórica tradicional debida a don Ramón Menéndez Pidal, el fundador de la escuela filológica española, el castellano se extendió desde el norte hacia el centro y el sur de la península ibérica acompañando a la conquista medieval de las tierras de al-Andalus. La extensión del castellano, paralela a la expansión militar de Castilla, determinó la castellanización de las tierras conquistadas y, tras la anexión política, la de los reinos de León, Navarra y Aragón. Pero estas ideas deben matizarse. Por un lado, porque el protagonismo concedido a los rasgos castellanos en la constitución histórica del español se debe la visión de la historia peninsular propia de la generación del 98, a la que Menéndez Pidal pertenecía. Castilla y lo castellano se juzgaba esencia de lo hispánico y esa visión condicionó la interpretación de la historia de la lengua y de la literatura. Por otro lado, porque los datos lingüísticos obtenidos de fuentes varias y, en especial, del Atlas lingüístico de la Península Ibérica, no corroboran esa reconstrucción. Los materiales de ese Atlas, cuyas encuestas tuvieron lugar antes de la guerra civil bajo la dirección de un discípulo de Menéndez Pidal, don Tomás Navarro Tomás, estuvieron perdidos por largo tiempo.
Su reaparición desde 2001 permite contemplar un panorama ciertamente más complejo de la historia del español, tanto para la fonética como para la gramática y el léxico. Los patrones de distribución geográfica de muchas palabras tradicionales revelan que en el reino de Castilla se hablaron variedades diversas y que esas modalidades también eran empleadas en territorios jurisdiccionalmente no castellanos, como León, Navarra o Aragón. Ello pone de manifiesto los márgenes amplios, no solo castellanos, de nuestra lengua. Sin descartar el origen castellano de ciertos rasgos lingüísticos, se muestra que, para muchos otros aspectos hoy propios del español, el origen fue occidental, asturleonés, gallego o portugués. Ese sería el caso de nuestro sistema moderno de relativos, que distingue quien y que, o el del indefinido alguien.
Otros rasgos, en cambio, tuvieron su nacimiento en el oriente peninsular, bien en navarro, aragonés o catalán. Por ejemplo, los pronombres nosotros y vosotros o los tiempos compuestos se dieron mucho antes en la corona de Aragón que en Castilla. No siempre fue Castilla el foco geográfico en que se originaron los rasgos lingüísticos que caracterizan hoy al español, ni por ello puede estimarse que esté solo en Castilla la impronta definitoria de nuestra lengua. Así, por ejemplo, el laísmo castellano no se ha impuesto en el español general ni en la lengua culta, pese a contar con ejemplos muy antiguos.
Con todo ello, la constitución histórica del español no se explica simplemente por la «castellanización» de territorios ajenos a Castilla o conquistados por ella, sino por el contacto entre las variedades lingüísticas que se hablaban en el centro peninsular, contacto en el que no siempre se impusieron los rasgos lingüísticos castellanos.

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